Merida analiza el sincretismo que revelan los origenes de Urganda la Desconocida. De hada benefactora del heroe en sus primeras apariciones en el Amadis de Gaula, a auxiliar directo y a la encarnacion de un modelo progresivamente mas cortesano, hasta convertirse en consejera regia y portavoz de la ortodoxia religiosa en el Libro Cuarto y en las Sergas en un proceso de cristianizacion que responde a la nueva ideologia de Montalvo que reevalua el universo sobrenatural del imaginario medieval. El autor analiza brevemente su aparicion en las continuaciones del ciclo amadisiano y se centra en su funcion en el Quijote cervantino y el de Avellaneda (en este ultimo junto a otros magos como Lirgandeo y Alquife). Para Cervantes, Urganda es solamente la profetisa de los versos de cabo roto iniciales y la sabia invocada que debe curar las heridas del heroe, mientras que para Avellaneda llega a ser motor de la accion durante el periplo zaragozano de don Quijote y evidencia una filiacion con la estirpe celestinesca (se define en terminos de “puta vieja del tiempo de Mari Castana”). En conclusion, “el Quijote cervantino transformo la herencia amadisiana al abrirle nuevos senderos y modernizar sus cauces y caudales, mientras que el Quijote de Avellaneda fosilizo esa misma tradicion al negarle su fondo y su forma” (p. 130)
Lugar de publicacion original: Lleida