Las primeras huellas del Tirant lo Blanch en la corte italiana septentrional remontan a diciembre de 1500, cuando Isabel del Este Gonzaga solicitaba en prestamo la novela de Martorell a Antonia del Balzo, senora de Bozzolo y pariente de la marquesa que acababa de obtenerla tras un viaje a Napoles. Este hecho muestra el interes por las traducciones de los libros de caballerias en las cortes de Padua. La composicion del Mambriano representa un ejemplo de apertura frente a los ejemplos ibericos. El Tirant lo Blanch pudo proporcionar al Cieco de Ferrara un repertorio de formulas, gestos emblematicos y situaciones y, a su vez, le sirvio de auctoritas para la redaccion de algunos pasajes del ideal militar de su senor