La autora estudia dichas figuras a partir de escenas dedicadas a la intimidad de las princesas donde abundan las conversaciones amorosas caracterizadas por su desnudez, la vulgaridad de sus expresiones y la extremada familiaridad de las interlocutoras. Todo ello da muestra de la parodia existente de un genero sustentado en una rigida impostura historiografica y una ambigua sublimacion poetica de la lujuria, donde la autoconciencia narrativa de Daza esta cargada de humor, al adoptar este una postura ludica y critica. Daza manifiesta esta fractura con el ambiente idealizante en el tratamiento literario de las princesas y otros personajes femeninos del Caballero de la Fe que ocupan un inusitado protagonismo en la trama, alejados del papel de damas menesterosas y desvalidas subordinadas a las hazanas de sus caballeros. Las princesas no piensan como hablan ni se expresan igual en la intimidad que en los actos cortesanos, sino que su habla es mas propia de las criadas dados los constantes coloquialismos o chocarrerias que emplean, opuestos al refinamiento que las caracterizaba frente al lenguaje artificioso y ridiculo de sus enamorados. Estas mujeres son transgresoras por su impulso sexual, apetito que comparten con sus enamorados, ahora planos y estereotipados frente a un universo femenino caracterizado por el naturalismo en el habla y el sentimiento amoroso. En definitiva, Daza retoma experimentos literarios que ya avanzara Silva y ofrece una satira del idealismo propio de estas ficciones en las que la burla o caricatura del neoplatonismo como codigo amoroso ocupa un lugar central. No se trata de una contestacion moralizante de un clerigo a aquellos elementos mas problematicos de la ficcion caballeresca, como el amor o la magia, sino de una respuesta de un humanista de finales del siglo XVI. Si desea consultar la version electronica de este trabajo, pulse aqui