Los encantamientos son los responsables ultimos de la accion del Quijote de 1605, utilizados por el protagonista como medios para justificar sus fracasos y explicar las continuas transformaciones de la realidad visible. El verbo encantar tiene en la primera parte seis acepciones, tres de las cuales no cuentan con paralelismo con textos caballerescos. De las restantes, una incluye el motivo del "sabio encantador", con mencion explicita de Freston, enemigo de Don Belianis de Grecia, novela que Cervantes menciona profusamente, y a la que el cura y el barbero condenan en el escrutinio, a pesar de ser uno de los libros favoritos del hidalgo manchego. Ademas, este sabio tambien es el "responsable de la narracion" (2º significado), y tiene poder "transformador" (3º sentido). Segun esto, Freston, protagonista de un relato caballeresco, es el encantador final de don Quijote, y por extension el gran encantador de esta parte de la historia