El Cirongilio de Tracia es un tipico ejemplo de la etapa de agotamiento de la narrativa caballeresca castellana. En la edicion de 1545 abundan las erratas y los andalucismos, sobre todo foneticos. J. R. Gonzalez propone que se consideren como tales algunos fenomenos graficos que a primera vista podrian tenerse por simples erratas. Dada nuestra ignorancia acerca de la identidad de su autor, Bernardo de Vargas, no deberia descartarse por completo que la lengua andalucista fuera suya. Sin embargo, “la escasez de andalucismos sintacticos frente a la mayor cantidad de foneticos reflejados en las soluciones graficas hace pensar mas bien en los cajistas sevillanos –y andaluces en general- de los Cromberger” (pag. 307)