La aficion de Cervantes por la lectura se refleja en sus personajes quijotescos, muchos de los cuales viven inmersos de un modo u otro en el mundo del libro. En este articulo, Marin Pina atendera a la relacion de algunos personajes femeninos con la lectura. A traves de estas lectoras Cervantes traza un retrato aproximado de lo que pudo ser la vinculacion de las mujeres con la literatura en los primeros anos del siglo XVII. El trabajo, bien documentado y acompanado de una amplia bibliografia, va rastreando las lecturas de los personajes femeninos, la censura a los libros de caballerias, encarnada en ama y sobrina, y el gusto por la narrativa caballeresca de muchos personajes femeninos, desde las mujeres mas letradas hasta las ignorantes y analfabetas. Las mujeres del Quijote leen y demuestran conocer, ante todo, obras de recreo, en verso y en prosa, con las que se entretienen y forman, como las eglogas de Garcilaso, la lirica popular y el romancero, aunque la lectura preferida eran los libros de caballerias, como ocurria en la realidad. Cervantes atiende al momento en el que la lectura de este genero ha llegado al mundo rural. Este cambio de destino no supone el olvido por parte de la critica, pues moralistas, pedagogos, preceptistas o novelistas siguen alzando sus voces contra estos libros. Dentro de la novela, la sobrina se convierte en el catalizador de los anatemas lanzados por la critica sobre los libros de caballerias. Ama y sobrina, nada leidas, representan a aquellas lectoras en las que calaron las advertencias de los moralistas. Por el contrario, otros personajes, como Luscinda o Dorotea, en la primera parte, y la Duquesa y Altisidora en la segunda, representan a las numerosas aficionadas al genero, de donde han aprendido no solo los argumentos sino tambien el estilo, hasta el punto de convertirse en lo que Marin Pina llama “lectoras creadoras”, capaces de imitar su retorica, argumentos y motivos. Por ultimo, la relacion con el mundo del libro no excluye ni siquiera a las analfabetas. Las mozas del partido, Teresa Panza, su hija, Maritornes, etc., aun iletradas, se enfrentan con un libro de caballerias, andante y vivo, y aunque no entienden la retorica caballeresca ni el lenguaje utilizado, acaban “entrando en el juego”. Esa dificultad no es insalvable, ya que ellas mismas se confiesan aficionadas a oirlos sin entenderlos. “Testigo de su tiempo” -concluye Marin Pina- “Cervantes ofrece en su ficcion interesantes apuntes para reconstruir lo que pudo ser la recepcion de la literatura de entretenimiento y en concreto de los libros de caballerias entre las mujeres“ (p. 437)