Expone las circunstancias y los motivos invocados por los censores para prohibir en 1766 la reimpresion de dieciseis relatos populares novelescos, la mayoria de los cuales son historias caballerescas breves (Historia de Carlo Magno, Roberto el Diablo, Historia de Oliveros de Castilla y Artus de Algarbe, Historia del Infante de Portugal, Conde Fernan Gonzalez, Flores y Blanca Flor, Historia de Tablante y Jofre, Pierres y Magalona, Conde Partinuples, Clamades y Clarmonda, Vida de la Doncella Teodor) y hagiograficos (La vida de San Amaro, La vida de San Alejo, La Historia de la Pasion de Jesu Cristo). Las razones que esgrimen para su rechazo son la de mezclar lo sagrado con lo profano y con lo fantastico, alimentando asi la credulidad y la supersticion del pueblo. En los informes la palabra “novela” se emplea muchas veces en su sentido actual y con connotaciones muy despectivas. Las “historias” son asimiladas a los “libros de caballerias”, aunque sus caracteristicas editoriales sean, en la mayoria de los casos, diferentes a las de los gruesos infolios del Amadis y de otros libros de caballerias que interesaron en la epoca a algunos eruditos coleccionistas. La censura de 1766 se debe contextualizar en la historia de una politica que pretende hacer de todos los espanoles sujetos razonables, bien instruidos en el conocimiento de sus deberes. La gran tarea que se acomete y que marcara profundamente la Ilustracion es el deseo de educar al pueblo de Espana,; resulta urgente entonces retirar las malas lecturas de manos de los ninos, inculcarles buenos ejemplos y volver adulto a un pueblo incapaz de discernir la verdad y el bien, sumergido en la ignorancia, madre de la supersticion y de los desordenes. Estas historias, sin embargo, sobreviviran a la persecucion y volveran a imprimirse hacia fines del siglo XVIII. Los ilustrados intentaron procurar a los ninos mejores lecturas, publicar manuales bien hechos, mejorar los metodos educativos. Pero este esfuerzo iba a toparse con poderosos obstaculos. De la teoria a la practica hay un paso gigante. La literatura popular retrocederia ante los progresos de la ensenanza y el cambio social, los cuales no se operan de un solo golpe, por decreto.Si desea consultar la version electronica de este trabajo, pulse aqui