Destinatario: Ded. mosen Pere Pardo de la CastaRog. Juan Fernandez de Valera en testimonios manuscritos (Alvar-Lucia, Repertorio, p. 229)
Fecha de traduccion: 28.9.1417
Testimonios manuscritos: Se conservan 10 testimonios manuscritos: Ginebra. BB, cod. 167, fols. 1-31; Madrid. BME, Q.I-20, fols. 131r-140v; Madrid. BNE, MSS/27, fols. 138ra-194r; Madrid. BNE, MSS/6526, fols. 5ra-60vb; Madrid. BNE, MSS/6599, fols. 49ra-110r; Madrid. BNE, MSS/8546; Madrid. BNE, MSS/17814, fols. 65r-97r; Madrid. RAE, Ms.158, fols.1-267 (copia el impreso de Burgos, Juan de Burgos, 1499); Madrid. R-M, RM-64, fols. 62v-100v; Santander. BMPS, m-279, fols. 1r-95r.
Dos testimonios impresos: 1) Zamora: Antonio de Centenera, 1483; 2) Burgos: Juan de Burgos, 1499;
Reescritura: La autotraduccion y el paso del manuscrito al impresoEl propio Enrique de Villena introdujo modificaciones en el texto de la traduccion que el mismo vertio al castellano. En primer lugar, cabe destacar la aparicion de un nuevo peticionario, en este caso de la traduccion castellana, que recae en la figura de Juan Fernandez de Valera: “E despues trasladolo el mesmo en lengua castellana, a suplicacion de Johan Fernandez de Valera…deseoso saber las declaraciones d’estos trabajos de Ercules, que otras vezes en departidos lugares oyera contar e plaziendole la manera como eran en este puestos tractado” (Catedra y Cherchi 2007: 13). Junto a este anadido, el propio autor realiza una labor de amplificatio y abbreviatio de algunos pasajes, y menciona nuevas autoridades que no estaban presentes en la version catalana de la obra. Todo lo anterior se justificaria, segun Catedra (2007: 108-110), por el distanciamiento de la traduccion con respecto a la composicion del original, y por encontrarse el autor trabajando en otras obras como el Libro de los fuegos inextinguibles o la Historia de Vulcano; de ahi que este estudioso proponga retrasar la fecha de la traduccion a, al menos, 1420.En el paso del manuscrito al impreso se reduce el incipit, que solo mencionara a Pedro Pardo y dara paso a la carta dirigida a este, eliminandose asi tanto los motivos que condujeron a la traduccion, como la justificacion para las modificaciones que introdujo: “en la cual traslacion en algunos passos el dicho senor alongo mas de lo que en el original catalan fizo, e en otros acorto, segun lo requeria la obra a mayor declaracion por el trocamiento de las lenguas” (Catedra y Cherchi 2007: 13).Organizacion y distribucion textualSe perciben diferencias entre las dos ediciones conservadas en lo que a organizacion y distribucion del texto se refiere, alguna de ellas explicables por el proceso de asentamiento de la imprenta en Espana. La edicion zamorana de 1483 presenta el texto a doble columna, pero apenas se perciben las transiciones entre el incipit, la carta y el proemio, los distintos estados y la declaracion final del autor que, aunque aparecen indicados, se hacen visibles mayoritariamente por el hueco dejado para introducir una capital iluminada. Imperceptible es la diferenciacion, dentro de cada estado, de la “historia nuda”, “declaracion”, “verdad” y “aplicacion”. En el impreso de Juan de Burgos si que es apreciable un mayor deseo de reestructuracion del texto y el contenido. Tanto el incipit como la carta y el proemio aparecen a linea tirada, el primero de ellos sin ocupar toda la caja de escritura, lo que permite una mayor diferenciacion de los paratextos socioliterarios con respecto a la obra en si, que mantiene la doble columna. Las capitales iluminadas han sido sustituidas por capitales ornamentales y se individualizan mejor los capitulos y cada una de sus partes. Tambien es destacable el empleo de dos tintas, negra y roja, esta ultima para el incipit. La edicion burgalesa corresponderia, mas bien, con “un tipo de libro mas homologable con los que produce la imprenta europea en esos anos y acorde tambien con los intereses editoriales y capacidades tecnicas del interesante impresor que la da a luz” (Catedra y Cherchi 2007: 171-172).Llama la atencion el aparato iconografico. La edicion de Centenera aparece ilustrada con un total de once grabados hechos sobre plancha de metal, que ocupan el ancho de la caja de escritura. No estan colocados al azar, sino que intentan ilustrar, en la medida de lo posible, el fragmento correspondiente a la “historia nuda”. La riqueza de los grabados y el deseo por crear una obra con ilustraciones ex profeso muestran el riesgo de la apuesta del impresor zamorano, y “su factura netamente castellana y el vigor de su realizacion nos conducen a un abridor de grabados… que demuestra una gran maestria en el diseno y en la realizacion material de los mismos” (Ruiz Fidalgo 2005: 61). La edicion de Juan de Burgos tambien incluye una serie de grabados que, aunque no copian fielmente, tienen como modelo los zamoranos. El tamano es inferior, el ancho de una columna, y aparecen entre el titulo del capitulo y el estado. La principal diferencia es que, frente a su modelo, incluye un grabado mas que ilustra el primer estado, quedando mas completo. No se sabe de donde pudo haberlo tomado Juan de Burgos, aunque probablemente busco inspiracion en los manuscritos iluminados de la obra. Hubo voluntad de imprimir los Doce trabajos de acuerdo con una tradicion iconografica, pues la unica edicion conocida del texto en catalan, la valenciana de Cristobal Cofman de 1514, tambien incluye grabados.Trayectoria editorial de la obraSobre la trayectoria editorial de los Doze trabajos de Hercules cabe destacar que su popularidad ya era visible desde la difusion manuscrita de la obra y desde su aparicion a principios del siglo XV, pues todos los testimonios manuscritos conservados incluyen la obra. Fue, en palabras de Catedra (2007: 91), “un libro imprescindible, desde que se difundiera en 1417, en las bibliotecas del siglo XV y de buena parte del siglo XVI”, y se debio fundamentalmente a la tematica tratada, pues, bajo una fachada de caracter mitologico, Villena propuso una reorganizacion de caracter juridico, social y de poderes publicos. Este exito se constatara en la apuesta de Centenera por la impresion de esta obra, cuando su taller se habia orientado a la produccion de obras de consumo de ambito nobiliario pero de autores vivos, y de obras que pudieran servir a la vecina Universidad de Salamanca, haciendo una gran inversion que conllevaba incluso la elaboracion de grabados (Catedra y Cherchi 2007: 171-185). Popularidad que debia seguir vigente una decada y media mas tarde cuando Juan de Burgos decide imprimir de nuevo esta obra, tomando como modelo la de Centenera en texto y grabados, como hara con muchas obras de este impresor, junto con el Tratado de vita beata de Juan de Lucena, que tambien habia visto la luz en los talleres zamoranos el mismo ano que los Doce trabajos. Algo debio suceder en el panorama editorial de comienzos de la nueva centuria, pues Juan de Burgos reeditara la Vita beata, esta vez sin la obra de Villena, de la que no se conocen ediciones en el siglo XVI.