Ficha del recurso
Título
Historia del abad don Juan de Montemayor
Autoría
Fecha
ss. XIII-XIV (Menendez Pidal 1903)
Descripción

Testimonios manuscritos: Aunque la version que aqui se analiza no parte de un testimonio manuscrito conocido, se conserva en este soporte la version de la leyenda del abad don Juan de Montemayor recogida por Diego Rodriguez de Almela en su Compendio historial (1479-1484) en dos estadios distintos de redaccion. Primera redaccion: Madrid. BNE, Ms/1979. Segunda redaccion: Madrid. BNE, Ms/1525; Madrid. BNE, Ms. 1535; Madrid. RAH, 9/455; Madrid. BME, V.II.10-11; Santander. BMPS, Ms/156-158.

Cinco testimonios impresos: 1) Toledo: Pedro Hagenbach, ca. 1499 - 1500; 2) Burgos: Fadrique Biel de Basilea, 1505; 3) Burgos: s.i. , 1552; 4) Valladolid: Francisco Fernandez de Cordoba, 1561; 5) Sevilla: Francisco Perez, 1586;

Reescritura: Genesis del textoLa critica posterior ha aceptado la teoria y analisis de la obra que ya argumento Menendez Pidal (1903) cuando se acerco a su edicion por primera vez. Se sintetizan a continuacion sus principales aportaciones a traves de la vision critica aportada por Infantes y Martinez Pereira (2012: 7-35). Previamente a los dos unicos testimonios conservados en prosa de la leyenda del abad, senor de Montemayor, el recogido por Diego Rodriguez de Almela en su Compendio historial (1479-1484) y la Historia cuyo analisis editorial aqui se muestra, debio existir un primitivo cantar de gesta, asociado generalmente con el ciclo de los condes de Castilla, que contaba las hazanas de este abad, emparentado con los reyes de Leon, la traicion de su criado y la posterior victoria sobre Almanzor. Si bien sobre los origenes geograficos hay una pugna con Portugal, sustentada sobre todo por la presencia de Montemayor en tierras lusas, donde abundan tambien leyendas ficticias que tienen como protagonista a don Juan, el analisis de la antroponimia y la toponimia remite a tierras leonesas y a una fecha de elaboracion entre los siglos XIII-XIV. Para sustentar esta hipotesis Menendez Pidal (1903) no solo resalta similitudes narrativas con otros cantares de gesta, conservados o no, como el Cantar de los infantes de Salas o el Cantar de Mio Cid, sino que destaca la presencia de componentes narrativos de presencia abundante en relatos medievales, como el nino fruto del incesto abandonado en maitines, y que guarda estrecha relacion con la leyenda de san Gregorio, o la milagrosa resurreccion de inocentes que son asesinados al servicio de un bien comun. Ademas, cree ver en los dos testimonios en prosa conservados restos poeticos asonantados, lo que conduciria a un hipotetico texto previo ya prosificado del que derivarian la version de Almela y la anonima historia y que seria “una prosificacion en forma de cronica que contenia la narracion de la leyenda” (Infantes y Martinez Pereira 2012: 22). En relacion con la anonima Historia del abad don Juan, senor de Montemayor, estos autores no descartan que su elaboracion hubiese tenido lugar poco antes de la primera edicion conocida, Toledo, ca. 1500-1501, pensada explicitamente para la imprenta, tales son las caracteristicas editoriales que presenta el texto y que lo engarzan dentro de un grupo de obras de difusion comun.Los impresos y la difusion editorial de la obra en el QuinientosEl impreso de Hagenbach presenta la materia narrativa dividida en fragmentos con epigrafes aclaratorios del contenido, en un procedimiento exactamente igual al que empleo para su edicion del Carlos Maynes: el texto tras el epigrafe comienza con una capital xilografica de motivos florales y este se inicia con un calderon manual en tinta roja. Cabe recordar que, para Victor Infantes (2000), este ejemplar debio estar encuadernado con el de la Reina Sebilla y la Doncella Teodor, ambos dos impresos por Hagenbach ca. 1500-1501, pero es tambien indicativo de que estas ediciones no debieron ver la luz muy distantes en el tiempo. Al contrario de lo que sucede con la mise en page de otras obras con princeps entre epoca incunable y post-incunable, a las que se les anade una capitulacion epitomatica clara (asi sucede con el propio Carlos Maynes), los impresores que se acercaron al Abad don Juan de Montemayor conservaron esta distribucion textual sin necesidad de marcar numericamente las fragmentaciones, y asi se mantiene incluso a finales del siglo XVI.Para la iconografia de portada, la edicion vallisoletana prefirio destacar el aspecto guerrero del abad y hacer hincapie en la lucha contra los musulmanes mediante la reutilizacion de la plancha con el motivo de Santiago Matamoros. No obstante, al tratarse de una xilografia cuya escena fue frecuente tambien en las portadas de los libros de caballerias, no es descartable que Francisco Fernandez de Cordoba tuviese en mente asociar la obra con el circuito de difusion y recepcion de la literatura caballeresca, dadas las batallas que se suceden a lo largo de la historia.Por su parte, la edicion sevillana decora la portada con una imagen que remite claramente al inicio del texto y que presenta perfectamente a los personajes protagonistas. No es descartable que esta xilografia procediese o hubiese tomado como modelo otra no conservada y tallada ex profeso para este titulo. Mas anomalo resulta el grabado final con el motivo del asedio a la ciudad, especialmente por su posicion como vuelto de la hoja final. Desde el punto de vista tematico, este tema belico podria guardar vinculos iconograficos con cualquiera de los fragmentos textuales de enfrentamientos.Resultan interesantes las ediciones de la centuria siguiente, pues incorporan un nombre de autoria al anonimo Abad. Asi, la edicion barcelonesa de Sebastian Cormellas de 1601 atribuye el abad a Juan Darcos, mientras que la sevillana de Simon Faxardo de 1632 hace lo propio con Juan de Flores. Nada se conoce del primero, aunque Infantes y Martinez Pereira (2012: 34-35) consideran que se habria formado el antroponimo por alguna grafia mal leida del propio Juan de Flores. En relacion con ese segundo nombre, no consideran que tenga que ver con el conocido autor de ficcion sentimental de finales del XV, antes suponen que se debe su inclusion en la posicion de autoria a una estrategia comercial que pretende dotar de novedad a un texto para revitalizarlo ante los lectores. No obstante, las obras de Juan de Flores gozaron de gran exito durante el siglo XVI, Grisel y Mirabella cuenta con 9 ediciones, por lo que no es descartable que quisiesen aprovechar la popularidad de las obras de este autor, al menos de forma nominal. Se suma a todo lo anterior la legislacion de imprenta, pues desde la pragmatica filipina de 1558, las licencias de impresion podian negarse a las obras anonimas, y se unio a este procedimiento el Indice de Valdes un ano despues, que directamente las condeno.Aunque actualmente solo tengamos noticias fidedignas de cinco ediciones conservadas, con o sin ejemplares, que prueban la difusion de la obra en el siglo XVI, los testimonios de lectura y posesion que se muestran a continuacion dan cuenta de la amplia presencia de la obra entre los lectores de esta centuria, por lo que es necesario pensar que circularon mas ediciones de las que nos han llegado.

Tipo
Texto
Biblioteca