Analisis de la trayectoria del codex exceptorius, cuaderno personal que contenia “consejos sobre la anotacion, por parte del orador, de todas esas formas (sentencias y ejemplos clasicos, adagios y apotegmas)” (p. 9), desde su nacimiento hasta su decadencia. El codex era propio del discurso del primer Humanismo y estaba conectado con la retorica de la abundancia y la poetica de la cita, que adornaban y dilataban el discurso del orador. Con el tiempo, aparecieron otros repertorios como las polianteas, los tesoros o los florilegios que hicieron que, poco a poco, el codex exceptorius fuera entrando en decadencia. A los primeros, la critica los tacho de falsa erudicion, y los opuso al codex personal “fruto de toda una vida lectora, de una vida de estudio y reflexion” (p. 13). El codex comenzo su andadura con Erasmo y su tratado De copia (la ratio colligendi exempla), y ya Salinas a mediados del XVI hablaba, en los mismos terminos, de su concepto de “libro blanco” en su Retorica en lengua castellana (1541). Su difusion en el XVI nos hace recalar en figuras como Palmireno o fray Luis de Granada, y en el XVII autores como Palomeque, Murcia de la Llana o Terrones del Cano nos dirigen hacia ese olvido progresivo ante el triunfo de las polianteas. En su declinar, Aragues distingue dos secuencias: 1) una primera de transformacion en codex instrumental, y 2) una segunda de olvido del codex por parte del orador. Sin embargo, los posos del codex todavia estan presentes en Caussin y el Fray Gerundio del Padre Isla. En definitiva, el camino recorrido “conduce del manejo de la modesta bibliografia humanistica al dominio de la ingente bibliografia barroca y dieciochesca” (p. 23)