La muerte de Alfonso I de Aragon se detalla en la Cronica de Alfonso VII (siglo XII), el relato de Orderico Vital, la narracion del historiador arabe Ibn-al-Athir, el Cronicon de San Victor de Marsella y un grupo de documentos de Ramiro II. Estas fuentes antiguas coinciden en afirmar que el rey no murio en la batalla de Fraga, sino poco despues, a consecuencia de una enfermedad o abatido por la desgracia. Sin embargo, a partir del XIII proliferan los relatos en los que dan por muerto al monarca en la batalla campal. Esta superposicion de datos, la devocion del pueblo aragones por el gran Alfonso, el nacimiento de relatos legendarios sobre su persona y las confusas circunstancias de su desaparicion crearon un clima propicio para la aparicion de un pseudo Alfonso, que comenzaria a manifestar sus pretensiones dinasticas en torno a 1174. Los Anales de Teruel nos informan que pertenecia a la clase popular, y era un herrero o un menestral. Las alusiones del trovador Beltran de Born (cuyos serventesios se recogen) y un documento presentado por el padre Huesca refuerzan la presencia de un falso Alfonso con intereses monarquicos sobre la Corona aragonesa, que acabaria ahorcado por Alfonso II