El punto de partida son tres obras compuestas en la corte castellano-leonesa en el siglo XIII: el Libro de Alexandre, el Libro de Apolonio y el Sendebar. La autora analiza la importancia de las pruebas verbales, muy superior a la de las pruebas materiales, como objeto de autoridad y fiabilidad. Los ejemplos aducidos muestran que el mayor saber en el mundo es la palabra, sea esta escrita u oral. En el caso del Sendebar la madrastra acusa publicamente al infante de haberla querido violar, y siguiendo los fueros, grita y se mesa los cabellos. A partir de ahi el crimen, la culpa, la pena y el perdon siguen una estructura caleidoscopica; es decir, mediante imagenes que se ven multiplicadas simetricamente: el Sendebar funciona a partir de la repeticion y de la progresion fragmentaria de la palabra del castigo, que acabara por adquirir valor de prueba final, decidiendo la ejecucion de la madrastra traidora. Arizaleta contrapone la figura del rey con la de su hijo; el primero no convence enteramente de su capacidad para gobernar de manera justa, puesto que no espera a disponer de todas las pruebas para sancionar lo que cree es una falta. El buen rey del cuento es el rey futuro, el sucesor, el heroe que ha sabido vencer las adversidades. En resumen la obra muestra una representacion solemne y performativa del espacio judicial, y construye una verdad a partir de la acumulacion de enunciados; sus mecanismos de construccion conceden a la palabra escrita (que es transcripcion ficcional de la palabra oral de los consejeros y de la presunta culpable, asi como de los sabios, el rey e incluso el principe: toda una corte en el pergamino) el poder de representar el modelo procesal (p. 72) Si desea consultar la version electronica de este trabajo, pulse aqui