El articulo parte de una curioso suceso de antropofagia ocurrido en Mequinez (Marruecos), publicado en un diario madrileno en 1868, al que Pedrosa concede escasa credibilidad. Mas bien parece un relato folclorico que coincide con un cuento de las Mil y una noches (noche 580) y el Sendebar (nº4), donde quiza las 'ampollas en las espaldas' aludan a las hemorroides. Chascarrillos acerca de alimentos inadecuados servidos a comensales inadvertidos aparecen en Till Eulenspiegel, son frecuentes en cuentos orales y persisten en la actualidad como leyendas urbanas. Deberia crearse para ello un tipo nuevo, 1578A*, como propone Angel Hernandez Fernandez. De su recorrido, concluye Pedrosa, que todos los relatos comparten una clave esencial: que atribuyen las practicas de cocina macabra a otros de clase etnica o social diferente (gitanos, moros, judios) o de habitat diverso (campo/ciudad), en sintonia con la creencia, practicamente universal, de que los otros no solo son, sino que tambien se alimentan, de manera distinta a como lo hacemos nosotros. En el fondo de todas estas narraciones late un miedo de los mas elementales que pueden acechar al ser humano, puesto que la boca es no solo la puerta de entrada del alimento en el estomago, sino tambien la via por la que se cree que las asechanzas del exterior pueden ingresar y contaminar la personalidad y el alma