El articulo analiza el tratamiento que reciben en el capitulo XXXIII de El conde Lucanor las obligaciones de los defensores, grupo social tanto de don Juan como del conde. El consejero Patronio ilustra el asunto por medio del apologo del halcon sacre, el aguila y la garza. Su comentario se organiza alrededor de la misma pareja antonimica que estructura casi todos los capitulos que la obra consagra a la etica guerrero-nobiliaria (especificamente, el III, el XVI y el XXXVII): fortitudo (la virtud de la fuerza, el valor y la perseverancia en la actividad militar) versus pusillanimitas (el vicio mas peligroso para un defensor, del que derivan la inactividad y el ocio, esto es, el incumplimiento de sus deberes). Las divergencias con respecto a otras textualizaciones del mismo motivo, como las presentes en De Naturis Rerum de Alejandro Neckam y en el Novellino, han inducido a parte de la critica a interpretar el ejemplo en clave puramente autobiografica. Ciertamente, en el se personaliza el episodio de caza (atribuyendolo al padre del autor, el Infante don Manuel, y localizandolo cerca de Escalona, residencia de la familia) y el punto de vista y la moral de la narracion se invierten en favor del halcon. Pero, como en otros casos, la referencia biografico-referencial pasa del plano contingente y efectivo al plano didascalico e ideologico del texto. A juicio de Salvatore Luongo, el conde y la diversa casuistica experiencial que plantea no deben simplificarse identificandolos con don Juan Manuel y sus vivencias, ya que el personaje representa toda una categoria y el autor tambien se proyecta simbolicamente en el consejero Patronio, que representa la ideologia manuelina. La tesis del articulo es que la lectura “externa” del texto (su finalidad politica, que no debe entenderse como un reflejo preciso de las vicisitudes personales del autor) y la lectura “interna” (su finalidad etica y didactica), lejos de excluirse, se complementan. Si desea consultar la version electronica de este trabajo, pulse aqui