En la Edad Media, el monje deja de ser la figura representativa de la epoca para serlo el caballero y su dama encuadrados dentro de la tradicion del amor cortes, tan productiva literariamente. Esta tradicion se inicia en la Provenza pero tiene su continuidad en la Peninsula (“Frente al movimiento cataro se implantaron las doctrinas cristianas ortodoxas y nacio una literatura de caracter religioso que ofrecia una vision cristiana del mundo”, p. 127). Santonja se centra en la influencia que tuvo la literatura provenzal en los poetas de la Corona de Castilla y de la de Aragon, y analiza la evolucion literaria, concluyendo: “frente a la misoginia medieval, herencia recibida de la Ars amatoria de Ovidio, de la Sexta Satira de Juvenal y de algunos tratados de los Santos Padres, la lirica trovadoresca respeta profundamente a las mujeres” (p. 132) que, por su belleza y cualidades, se divinizan. Finalmente, rastrea el topico del ‘morir de amor’ y otros, constatando como aparecen en todos los autores